miércoles, 16 de diciembre de 2015

REFLEXIONES



El tiempo pasa inexorablemente, la vida transcurre en el diario trajinar.
Las gentes están sumergidas en la maraña de la cotidianidad. Viven crecen, se multiplican y finalmente pasan a otro plano de existencia sin darse cuenta que pasaron.
Esa es la manera en que el común denominador de los seres humanos consume el tiempo de su efímera existencia aquí en la tierra.

Hay dos situaciones o estado de cosas que a mi juicio, son las causantes de que la salud de las personas se vaya deteriorando hasta llevar a la culminación de la vida.
Una de ellas es la situación económica y la otra va de mano con la primera y es la alimentación.

La situación económica cuando es precaria trae como consecuencia que no se puedan cubrir o satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos y por ende la alimentación es muy deficiente y rica en elementos artificiales, los cuales perjudican el organismo y sus funciones.
El estrés y las tensiones que originan las preocupaciones van dando paso a las enfermedades psicosomáticas.
Estas enfermedades van minando nuestros órganos vitales y estos se tornan más susceptibles a los virus y elementos exógenos que suelen ingresar a nuestro organismo, ya sea de manera directa o indirecta.

Cundo los seres humanos se insertan en el compromiso del matrimonio o la vida conyugal, adquieren una serie de responsabilidades, las cuales deben ser atendidas por orden de prioridades. Estas responsabilidades van aumentando según la familia va creciendo; que las mismas se conviertan en problemas, va a depender del poder adquisitivo y la capacidad para resolver situaciones que tenga el individuo.
Cuando los gastos superan los ingresos, hay un sobregiro que trae como consecuencia una serie de inconvenientes en lo personal y familiar; esto así, cunado no es posible en base a las posibilidades, cumplir con los compromisos y las necesidades básicas en la vida cotidiana. Esta situación trae como consecuencia en la persona,  trastorno del sueño, irritabilidad, ansiedad, desánimo, auto-estima baja, retraimiento, depresión, etc.

   La vida en los seres humanos se nutre de impresiones. Estas nos llegan a través de los sentidos y son procesadas y canalizadas en nuestro cerebro. Hay impresiones que de no ser canalizadas adecuadamente causan mucho daño tanto al cerebro como al organismo humano. Una impresión de cierto impacto nos puede desequilibrar mentalmente, nos puede ocasionar un problema cardíaco que podría degenerar en un infarto fatal o podría en otro caso desestabilizar nuestro sistema nervioso.
    
   Hay que conservar la serenidad y la paciencia por encima de las circunstancias. Siempre hay un camino cuando se sabe mirar con los ojos de la inteligencia. En la rueda de la vida todo llega y todo pasa.
Una forma de ser inteligente, es vivir en paz con lo que no podemos cambiar.

   Por: su amigo de ayer, de hoy, mañana y siempre

   Melvin Sánchez.



REFLEXIONES


   Imagino el proceso de la muerte física como el de una luz que se apaga, a veces de repente, súbitamente y otras al contrario despacio, lentamente.
Como el generador que deja de funcionar por el daño en una o más piezas de la máquina; entonces la máquina se deteriora y se detienen todas sus funciones.

   Imagino el proceso de la muerte como un desmayo o desvanecimiento del cual, no volvemos a despertar en este plano,  ni con los sentidos físicos.
Cerramos los ojos a este mundo de las formas tridimensional y después de haber trascurrido un breve espacio de tiempo, despertamos en otro plano o dimensión con los ojos y la conciencia etérica, la cual hemos construido a través de los tiempos y las experiencias de esta y otras muchas vidas.

   Somos esencias emanadas de la gran fuente de vida que es Dios. Fuimos creados  a su imagen y semejanza, se nos concedió el privilegio de una existencia independiente con el libre albedrío para escoger.
Nuestra esencia es divina, porque de lo divino emanó. Esta esencia está en nuestro interior y ha sido contaminada, corrompida con nuestras malas acciones y bajas pasiones, las cuales forman parte  de nuestra personalidad. La personalidad la hemos fabricado a lo largo de las diversas experiencias en la vida diaria.

   Imagino el proceso de la muerte como un apagón al cual, le sigue un estado de inconsciencia pasajera. Transcurrido este estado de inconsciencia, volvemos en sí un tanto confusos y aturdidos ya no en nuestro cuerpo físico o material, sino en nuestro cuerpo astral.

    El proceso de la muerte es una ruptura, una desconexión, un desprendimiento del aquí y del ahora, de las personas y las cosas, del cotidiano transcurrir, de lo que voy a hacer hoy o de lo que haré mañana, del tiempo y la distancia tal como se miden en este plano terrenal.

   Imagino el proceso de la muerte como un cambio de estado, de forma, de tiempo, de existencia, de cuerpo, de conciencia, de espacio; donde lo que realmente importa, no es cuanto dinero tienes ni lo importante que eres, ni lo bonito que te ves, sino cuanto creció tu alma, cómo y en qué contribuiste con la gran obra del Padre, qué hiciste para crecer espiritualmente, etc.

  Hay una línea divisoria entre lo que soy y lo que seré, entre lo que hago y lo que haré, entre lo que es y lo que será, entre el ahora y el después. Esta línea tarde o temprano todos inevitablemente tendremos que atravesarla. Sólo la gracia y benevolencia del Padre todo-poderoso podría evitarnos este cruce mediante la transposición de nuestros cuerpos, tal como fue hecho con el profeta Elías, Moisés y
Enóc. Estos fueron ascendidos a un plano superior de existencia, sin experimentar el proceso de la llamada muerte corpórea o física.

   Este mundo es un plano de existencia inferior, el cual está subyugado, dominado, casi en su totalidad por la envidia, la avaricia, las bajas pasiones, las aberraciones, la mala voluntad, la estupidez, la falta de amor al prójimo, la irresponsabilidad, la maldad, la crueldad etc.  Todo esto así, debido a la inconsciencia y automatismo brutal en que vive la gran mayoría de esta raza superficialmente humana.

   Los seres humanos estamos compelidos, avocados, obligados a cambiar de forma íntima, íntegra y verdadera. Este cambio no debe ni puede ser superficial, sencillo y estructural. Tiene que ser un cambio interno y radical, que se exteriorice y se haga visible y perceptible en la manera de ser y de pensar, en la forma de ver la vida y el significado de esta.
El cambio tiene que ser de adentro hacia fuera, en la forma en que tratamos a los demás, en la manera en la cual canalizamos las impresiones que nos llegan del exterior en nuestro cotidiano vivir, en la manera en que controlamos o nos dejamos dominar por nuestros pensamientos y sentimientos.
  
    “Sed perfectos como mi Padre que está en el cielo es perfecto”. Estas fueron  palabras pronunciadas por el gran Maestro Jesús el Cristo en su paso por este valle de lágrimas. Esto es a lo que todo ser humano de buena voluntad debe aspirar, y no desperdiciar la vida aplazando su evolución bajo la pobre e ignorante excusa de que nadie es perfecto, somos así, y que la vida es una sola y hay que gozarla.

   Tenemos que trabajar y obrar en pos de elevar siempre nuestro nivel de ser.
En la escalera imaginaria de Jacób, tenemos que subir peldaños, hasta llegar a la cima, hasta el nivel más alto que podamos alcanzar.

   La personalidad muere con la persona, la individualidad permanece y se reviste a lo largo de sus ir y venir por la rueda de la vida o samsára  con diferentes cuerpos, a cada uno de los cuales, le corresponde una personalidad. La personalidad se construye o moldea a través de las experiencias en el trayecto de la vida.

Está escrito, según la Biblia “que el hombre muera un sola vez y después el juicio”. A la muerte que se refiere este versículo, es a la muerte de la persona, de la personalidad. El juicio adviene después que la entidad a efectuado el traspaso o cambio de plano; este lo realiza la junta kármica o señores del karma.

Se juzga esta alma según sus hechos en la vida que acaba de pasar. Se le coloca ante la cámara de los recuerdos y en un análisis retrospectivo ve pasar como en pantalla gigante la vida que acaba de trascurrir. Sus acciones son puestas en una balanza y en base a ellas se le imponen sus castigos y se le confieren sus recompensas. Esta entidad vuelve después de un tiempo que podría ser corto o largo, esto es según el tipo y grueso de karma que tenga que pulgar; vuelve de nuevo a tomar cuerpo en la tierra para expiar sus culpas (karma), cobrar sus recompensas (darma) y para obtener otra oportunidad de limpiar su espíritu de impurezas y defectos.

   Real y efectivamente, habrá un juicio final para el fin de los tiempos. Este juicio lo presidirá la máxima autoridad, el Rey de Reyes y Señor de Señores, el amado Maestro Jesús revestido de toda su gloria. Como se lee en la Biblia, todo ojo le verá, tanto los que estén en su cuerpo físico en esta tercera dimensión, como los que estén en sus cuerpos etéreos en la cuarta y quinta coordenadas o dimensión. En este juicio como definitivo al fin, se apartaran según el peso y contenido de sus hechos los espíritus. De un lado los redimidos, los que fueron condescendientes con su pr♠jimo, los mansos de corazón, los humildes, los sencillos, los que supieron perdonar, los inocuos; del otro lado estarán los que no aprovecharon sus existencias para adelantar, para limpiar su auras, para purificar su espíritu, los iracundos, los malvados, los idólatras, los criminales, orgullosos, los ególatras, los violadores, los fornicarios, los misántropos, los inicuos. El peso de la balanza se inclinará y la espada de la justicia divina caerá sobre los inicuos.

   Tenemos que aprovechar esta existencia para elevar nuestro nivel de ser, para eliminar defectos y cosechar virtudes, para crecer espiritualmente, para ser dignos de estar ante la presencia del Padre Celestial.

   Esta vida aquí en la tierra es muy breve y también  es frágil; se interrumpe con tal facilidad, que a veces nos asombramos cuando nos dan la noticia de que tal persona, amigo, familiar o conocido, dejó de pertenecer a este mundo de los vivos o plano terrenal.
Es muy triste y penoso pensar que alguien a quien queremos, cerró los ojos para no abrirlos más, que ya no disfrutaremos de su presencia, de sus ocurrencias, de su compañía.

Esto es ley de vida, es un proceso natural, más en el principió, no fuimos concebidos para morir. Esto fue provocado por nuestra desobediencia y transgresiones, por estas nos fue prohibido comer del árbol de la vida.

Tiempo ha de llegar cuando el aguijón de la muerte no existirá.
Este privilegio tenemos que ganarlo limpiándonos del lastre que arrastramos de vida en vida. Tenemos que aprovechar el tiempo que se nos concede para esto.
   Te invito a despertar, porque a pesar de todo, siempre hay algo más.
Hay algo más que el cotidiano y rutinario vivir.

    Melvin Sánchez.



LA CONVERSACIÓN

Con el paso del tiempo la sociedad se ha visto afectada  por los constantes cambios en lo que a las costumbres, tradiciones y  hábitos respecta, tal es el caso del dialogo o conversación, el cual  se ha ido  tornando cada vez mas tenso y poco armonioso o agradable. Este intercambio de palabras entre dos o mas personas cada vez se desarrolla menos y si se lleva a cabo es posible que uno o ambos interlocutores respondan de forma inapropiada u ofrezcan una respuesta inesperada. Algunas razones que influyen en este tipo de actitudes suelen ser: problemas personales, cambios de humor repentinos, falta de interés en la opinión o ideas de parte de uno de los interlocutores, por consiguiente poco dinamismo, sociabilidad, pérdida de confianza, entre otras. No obstante, la revolución tecnológica, el uso de aparatos digitales  ha contribuido de manera significativa a que el habito de dialogo se haya ido disminuyendo y/o perdiendo a través de los años pues las personas prefieren comunicarse de forma virtual y no lo hacen de manera regular. Respecto a los diferentes factores antes mencionados, considero es necesario crear conciencia acerca de lo conciliador, armonioso y constructivo que es el  conversar  o dialogar a fin de  recuperar este importante habito o costumbre.


 REFLEXION

      
     Me respeto y me cuido.
         Puedo hacer lo que me proponga.
         Tengo las riendas de mi vida.
         Confío en mi mismo.
         Merezco ser feliz y busco mi felicidad.
         Me quiero profundamente.


Aprende a vivir en el “aquí y ahora”

La persona ansiosa suele vivir a caballo entre el pasado y el futuro. Se culpa por lo sucedido y se preocupa o se asusta por lo que podría suceder. De esta forma llena su presente de ansiedad. De hecho, a menudo la ansiedad surge precisamente de esas preocupaciones sobre el futuro. La persona ansiosa sufre una especie de obsesión por el futuro que le hace focalizarse en todos los desastres que podrían ocurrir. 
Sin embargo, para combatir la ansiedad, es importante aprender a centrarse en el presente. Respira, mira a tu alrededor y nota que no está sucediendo nada malo ahora mismo. Disfruta de ello. La práctica del mindfulness puede ayudarte a lograr este cometido. Ni siquiera es necesario que medites, tan solo debes aprender a centrarte en el aquí y ahora, en la experiencia que estás viviendo, sin criticarla y sin dejar que tu mente divague hacia el futuro.

Cuando respiramos rápido y de manera superficial, nuestro cerebro entiende que algo no va bien y que podemos estar en peligro, por lo que aumenta el nivel de ansiedad. Cuando respiramos lenta y profundamente, todas las funciones corporales, incluyendo el latido cardiaco, se acompasan y es más fácil relajarse.




PARADOJAS DE LA VIDA…

En ocasiones recibes más bien de quien no lo esperabas, que de quien estabas supuesto a recibirlo. De esta persona tan sólo obtienes desconsideración e irrespeto.

No es cuestión de aparentar, es cuestión de ser. No es asunto de hablar, es asunto de hacer, y si lo que dices con tu boca no lo sustentas con tus hechos, tan sólo es palabrería insulsa y barata. Sólo te engañas a ti mismo/a.

  Melvin Sánchez.

 

CONVERSACION

Cada día se habla menos y peor.  La conversación como arte, como recreo espiritual, se pierde en esta sociedad moderna de contactos tangenciales.  El hombre se está tornando hermético porque no quiere comulgar los afanes ajenos: hay en cada uno de nosotros un problema de radical soledad íntima, a veces por egoísmo propio, a veces por egoísmo de quienes están frente a nosotros.  Nos consumimos en un monólogo atenazante.  El diálogo amoroso con quien queremos profundamente puede salvarnos personalmente de este silencio y de esta falta de compresión: pero en el amor todo es fuego y las palabras son chispas que también pueden quemarnos y destrozarnos.

            El libre cambio de las ideas y los sentimientos, la comunicación entre los hombres, ha sido quebrada, rota por el sentido utilitario de nuestra época.  Cuando dos personas se ponen a hablar terminan discutiendo, y conversar es todo lo contrario de discutir.  La conversación debe ser, entre los hombres superiores, como los vasos comunicantes en física: los juicios de nuestro prójimo, cuando están montados sobre la realidad y avalados por la experiencia, deben llenar los huecos de nuestras convicciones, o en todo caso, corregirlas, suavizarlas, humanizarlas ampliamente.

            El dialogo debe ser siempre conciliador, constructivo porque los hombres deben estar abiertos a los vientos de todas las latitudes y escuchar con estremecida complacencia todo lo que otro hombre les pueda decir.  La expresión “a mí no me tiene nadie que enseñar nada” significa dar la espalda a lo radicalmente supone el ser humano en el marco de la naturaleza y de su historia: un vaso misterioso que nunca se acaba de llenar de saberes.

            El hombre se mide por sus hechos, pero también por sus palabras.  Un hombre no sólo es “lo que es”, sino lo que podía haber sido y no fue: lo que dejó de ser.  Y esta posibilidad misteriosa que no llegó a realizarse, la trasluce el hombre en sus palabras.  En las palabras de todos los hombres saltan añicos de vocaciones no cumplidas, y de ahí que lo que dicen los hombres sea la otra dimensión de su personalidad para llegar a un profundo conocimiento de ellos mismos.

            Un pueblo también se define por la conversación de sus moradores, y no solamente de sus moradores intelectuales, sino primordialmente, de sus moradores sencillos, humildes, de los que pudiéramos llamar “la masa”.  Debe cuidarse de que todos sepamos conversar, cambiar conciliadoramente nuestras opiniones, y que estas opiniones tengan, al menos, una altura media, que exprese el nivel de nuestro ambiente, de nuestra cultura y de nuestra inquietud.

            Yo siento una predilección especial por esos hombres serenos, ecuánimes, que no se enconan, que no gritan; que, al fin, cuando la pugna parece inevitable, dicen; “a ver si llegamos a un acuerdo”...  Porque el triunfo de la palabra es siempre llegar a un acuerdo, dejar las armas, darse las manos, y vivir en concordia.


        Melvin Sánchez.

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SURCARÉ EL ESPACIO INFINITO, ARRIBARÉ A UN MUNDO SIN FRONTERAS, DISFRUTARÉ DE AQUEL VALLE DE DELICIAS Y MIRARÉ EXTASIADO LA FAZ DE SU DIVINO Y EXTRAORDINARIO GOBERNANTE...

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Mas allá de lo meramente físico...    M.A.S .                                                              Sab....