sábado, 12 de octubre de 2013

LA SANTIDAD

Como quiera que el "yo" es múltiple, cualquier verdadero Iluminado que se proponga observar a un niño recién nacido, podrá ver lo siguiente: el niño en su cuna, despierto; una mínima fracción de la Esencia, que es la que se expresa, está completamente auto-consciente, despierta; más también se ve, alrededor de la cuna, criaturas que intentan manifestarse, distintos "Egos", distintos "yoes", algunos con formas hermosas, otros con horripilantes formas, que van y vienen entran y salen, dentro de aquella recámara donde el niño duerme, que dan vueltas a su cuna, etc. Son los "yoes", que aguardan expresarse. Dentro de esos "yoes" está repartido el resto de la Esencia, es decir, el 97 % de la Esencia que está embutida, dijéramos, entre cada uno de esos "yoes" -entre un "yo" embutida determinada cantidad de Esencia, entre otro "yo", otra cantidad, etc.- Y esos múltiples "yoes" dan vuelta alrededor de la cuna, quisieran expresarse, manifestarse, meterse dentro del cuerpecillo del niño, pero no pueden. Más sucede que a medida que pasa el tiempo, la nueva Personalidad del infante se va formando, se forma con el ejemplo de los mayores, con la escuela, etc. De manera que conforme la Personalidad nueva se va formando, los "yoes" van teniendo también oportunidad para irse expresando, después de que la fontanela frontal de los recién nacidos se cierra. Ustedes han observado perfectamente que los niños, que el parietal superior de los niños está ligeramente abierto; es algo que llaman "la mollerita"; nosotros decimos, técnicamente: la fontanela frontal de los recién nacidos. Mientras está abierta, todo marcha bien, pero a medida que esa fontanela frontal se va cerrando, la Personalidad se va también desarrollando y la capacidad para que los "yoes" comiencen a intervenir, se hace cada vez mayor; entonces comienzan a verse a los niños ciertas manifestaciones de ira -especialmente por ahí por las edades de tres y cuatro años-, comienzan a volverse irascibles y poquito a poquito los "yoes" van teniendo oportunidad de expresarse, hasta que definitivamente terminan por manifestarse todos. Resulta interesante observar a los niños recién nacidos.

¡Qué bueno, digo yo, que la Esencia no estuviera enfrascada, metida entre todos los "yoes". Que bueno sería que creciera el niño sin que ningún "yo" se metiera centro de él, que la totalidad de su Esencia estuviera en él durante toda su vida; entonces todos los cinco cilindros de la máquina: intelecto, emoción, movimiento, instinto y sexo, estarían bajo el control de la Esencia y marcharía en armonía con el infinito! Desgraciadamente, el 97% de la esencia está embotellada entre los diversos elementos que constituyen el Ego, el "yo". Necesitamos desarrollar la Esencia, desembotellarla, desenfrascarla; cuando lo logremos, múltiples poderes divinales, naturales, se expresarán en nosotros con toda su belleza y con todo su poder. No necesitamos, pues, afanarnos por conseguir poderes, lo que debemos afanarnos es por morir en sí mismos, aquí y ahora porque "sólo con la muerte adviene lo nuevo".

Observen ustedes la vida de los grandes místicos cristianos: no se preocuparon por conseguir poderes, solamente se preocuparon por la santidad, por ir eliminando cada uno sus defectos psicológicos, por ir muriendo en sí mismos, y a medida que lo iban logrando, múltiples facultades supra-normales se iban expresando en ellos. A estos se les conoció siempre como "santos" y de ellos hay muchos y de los más diversos orígenes, ya de oriente o de occidente. Es pues la santidad lo más importante, mis queridos hermanos.

V.M. SAW / M.A.S.

MENTE

A través de la experiencia hemos podido comprobar que es imposible comprender eso que se llama Amor hasta que hayamos comprendido en forma íntegra el complejo problema de la mente.
Quienes suponen que la mente es el cerebro están total mente equivocados. La mente es energética, sutil, puede independizarse de la materia, puede en ciertos estados hipnóticos o durante el sueño normal transportarse a sitios muy remotos para ver y oír lo que está sucediendo en esos lugares.
En los laboratorios de parapsicología, se hacen notables experimentos con sujetos en estado hipnótico.
Muchos sujetos en estado hipnótico han podido informar con minuciosidad de detalles sobre acontecimientos, personas y situaciones que durante su trance hipnótico se estuvieron sucediendo a remotas distancias.
Los científicos han podido verificar después de esos experimentos la realidad de esas informaciones. Han podido comprobar la realidad de los hechos, la exactitud de los acontecimientos.
Con estos experimentos de los laboratorios de parapsicología está totalmente demostrado por la observación y la experiencia que el cerebro no es la mente.
Realmente y de toda verdad, podemos decir que la mente puede viajar a través del tiempo y del espacio, independientemente del cerebro, para ver y oír cosas que se suceden en lugares distantes.
La realidad de las extrapercepciones sensoriales está ya absolutamente demostrada, y sólo a un loco de atar o a un idiota podría ocurrírsele negar la realidad de las extrapercepciones.
El cerebro está hecho para elaborar el pensamiento, pero no es el pensamiento.
El cerebro tan sólo es el instrumento de la mente. No es la mente.
Nosotros necesitamos estudiar a fondo la mente si es que de verdad queremos conocer en forma íntegra eso que se llama Amor.
Los niños y los jóvenes, varones y mujeres, tienen mentes más elásticas, dúctiles, prontas, alertas, etc.
Muchos son los niños y jóvenes que gozan preguntando a sus padres y maestros sobre tales o cuales cosas. Ellos desean saber algo más, quieren saber y por eso preguntan, observan, ven ciertos detalles que los adultos desprecian o no perciben.
Conforme pasan los años, conforme avanzamos en edad, la mente se va cristalizando poco a poco.
La mente de los ancianos está fija, petrificada, ya no cambia ni a cañonazos.
Los viejos ya son así y así mueren, ellos no cambian, todo lo abordan desde un punto fijo.
La chochera de los viejos, sus prejuicios, ideas fijas, etc., parecen todo junto, una roca, una piedra, que no cambia de ninguna manera. Por eso dice el dicho vulgar: "genio y figura hasta la sepultura".
Se hace urgente que los maestros y maestras encargados de formar la personalidad de los alumnos y alumnas, estudien muy a fondo la mente a fin de que puedan orientar a las nuevas generaciones inteligentemente.
Es doloroso comprender a fondo cómo a través del tiempo se va petrificando la mente poco a poco.
La mente es el matador de lo real, de lo verdadero. La mente destruye el Amor.
Quien llega a viejo ya no es capaz de amar porque su mente está llena de dolorosas experiencias, prejuicios, ideas fijas como punta de acero, etc.
Existen por ahí viejos verdes que se creen capaces de amar todavía, pero lo que sucede es que dichos viejos están llenos de pasiones sexuales seniles, y confunden la pasión con el Amor.
Todo viejo verde y toda vieja verde pasan por tremendos estados lujuriosos pasionales antes de morir, y ellos creen que eso es Amor.
El Amor de los viejos es imposible porque la mente lo destruye con sus chocheras, ideas fijas, prejuicios, celos, experiencias, recuerdos, pasiones sexuales, etc., etc., etc.
La mente es el peor enemigo del Amor. En los países supercivilizados el Amor ya no existe, porque la mente de las gentes sólo huele a fábricas, cuentas de banco, gasolina y celuloide.
Existen muchas botellas para la mente, y la mente de cada persona está muy bien embotellada.
Unos tienen la mente embotellada en el abominable comunismo, otros la tienen embotellada en el despiadado capitalismo.
Hay quienes tienen la mente embotellada en los celos, en el odio, en el deseo de ser rico, en la buena posición social, en el pesimismo, en el apego a determinadas personas, en el apego a sus propios sufrimientos, en sus problemas de familia, etc., etc., etc.
A la gente le encanta embotellar la mente. Raros son aquellos que se resuelven de verdad a volver pedazos la botella.
Necesitamos libertar la mente, pero a la gente le agrada la esclavitud. Es muy raro encontrar a alguien en la vida que no tenga la mente bien embotellada.
Los maestros y maestras deben enseñar a sus alumnos y alumnas todas estas cosas. Deben enseñar a las nuevas generaciones a investigar su propia mente, a observarla, a comprenderla. Sólo así, mediante la comprensión de fondo, podemos evitar que la mente se cristalice, se congele, se embotelle.
Lo único que puede transformar el mundo es eso que se llama Amor; pero la mente destruye el Amor.
Necesitamos estudiar nuestra propia mente, observarla, investigarla profundamente, comprenderla verdaderamente. Sólo así, sólo haciéndonos amos de sí mismos, de nuestra propia mente, mataremos al matador del Amor, y seremos felices de verdad.
Aquellos que viven fantaseando a lo lindo sobre el Amor, aquellos que viven haciendo proyectos sobre el Amor, aquellos que quieren que el Amor opere de acuerdo a sus gustos y disgustos, proyectos y fantasías, normas y prejuicios, recuerdos y experiencias, etc., jamás podrán saber realmente lo que es Amor. De hecho, ellos se han convertido en enemigos del Amor.
Es necesario comprender en forma íntegra lo que son los procesos de la mente en estado de acumulación de experiencias.
El maestro, la maestra, regañan muchas veces en forma justa, pero a veces, estúpidamente y sin verdadero motivo, sin comprender que todo regaño injusto queda depositado en la mente de los estudiantes. El resultado de semejante proceder equivocado suele ser la pérdida del Amor para el maestro, para la maestra.
La mente destruye el Amor y esto es algo que los maestros y maestras de escuelas, colegios y universidades no deben olvidar jamás.
Es necesario comprender a fondo todos esos procesos mentales que acaban con la belleza del Amor.
No basta ser padre o madre de familia; hay que saber amar. Los padres y madres de familia creen que aman a sus hijos e hijas porque los tienen, porque son suyos, porque los poseen como quien tiene una bicicleta, un automóvil, una casa.
Ese sentido de posesión, de dependencia, suele confundirse con el Amor, pero jamás podría ser Amor.
Los maestros y maestras de nuestro segundo hogar que es la escuela, creen que aman a sus discípulos, a sus discípulas, porque les pertenecen como tales, porque los poseen, pero eso no es Amor. El sentido de posesión o dependencia no es Amor.
La mente destruye el Amor y sólo comprendiendo todos los funcionalismos equivocados de la mente, nuestra forma absurda de pensar, nuestras malas costumbres, hábitos automáticos, mecanicistas, manera equivocada de ver las cosas, etc., podemos llegar a vivenciar, a experimentar de verdad eso que no pertenece al tiempo, eso que se llama Amor.
Quienes quieren que el Amor se convierta en una pieza de su propia máquina rutinaria, quienes quieren que el Amor camine por los carriles equivocados de sus propios prejuicios, apetencias, temores, experiencias de la vida, modo egoísta de ver las cosas, forma equivocada de pensar, etc., acaban de hecho con el Amor porque éste jamás se deja someter.
Quienes quieren que el Amor funcione como "yo quiero", como "yo deseo", como "yo pienso", pierden el Amor porque Cupido, el dios del Amor, no está dispuesto jamás a dejarse esclavizar por el "yo".
Hay que acabar con el "yo", con el Mí Mismo, con el Sí Mismo para no perder el Niño del Amor.
El "yo" es un manojo de recuerdos, apetencias, temores, odios, pasiones, experiencias, egoísmos, envidias, codicias, lujuria, etc., etc.
Sólo comprendiendo cada defecto por separado, sólo estudiándolo, observándolo directamente no sólo en la región intelectual sino también en todos los niveles subconscientes de la mente, va desapareciendo cada defecto, vamos muriendo de momento en momento. Así, y sólo así, logramos la desintegración del "yo".

Quienes quieren embotellar el Amor dentro de la horrible botella del "yo", pierden el Amor. Se quedan sin él, porque el Amor jamás puede ser embotellado.

Desgraciadamente la gente quiere que el Amor se comporte de acuerdo con sus propios hábitos, deseos, costumbres, etc. La gente quiere que el Amor se someta al "yo", y eso es completamente imposible porque el Amor no le obedece al "yo".
Las parejas de enamorados, o mejor dijéramos apasionados, suponen que el Amor debe marchar fielmente por los carriles de sus propios deseos, concupiscencias, errores, etc., y en esto están totalmente equivocados.
"¡Hablemos de los dos!", dicen los enamorados o apasionados sexualmente, que es lo que más abunda en este mundo. Y luego vienen las pláticas, los proyectos, los anhelos y suspiros. Cada cuál dice algo, expone sus proyectos, sus deseos, su manera de ver las cosas de la vida, y quiere que el Amor se mueva como una máquina de ferrocarril por los carriles de acero trazados por la mente.
¡Cuán equivocados andan esos enamorados o apasionados! ¡Qué lejos están de la realidad!
El Amor no le obedece al "yo", y cuando quieren los cónyuges ponerle cadenas al cuello y someterlo, huye dejando a la pareja en desgracia.
La mente tiene el mal gusto de comparar. El hombre compara una novia con otra. La mujer compara un hombre con otro. El maestro compara a un alumno con otro, a una alumna con otra, como si todos sus alumnos no mereciesen el mismo aprecio. Realmente toda comparación es abominable.
Quien contempla una bella puesta de Sol y la compara con otra, no sabe realmente comprender la belleza que tiene ante sus ojos.
Quien contempla una bella montaña y la compara con otra que vio ayer, no está realmente comprendiendo la belleza de la montaña que tiene ante sus ojos.
Donde existe comparación no existe el Amor verdadero. El padre y la madre que aman a sus hijos de verdad, jamás los comparan con nadie, les aman y eso es todo.
El esposo que realmente ama a su esposa, jamás comete el error de compararla con nadie, la ama y eso es todo.
El maestro o la maestra que aman a sus alumnos y alumnas, jamás los discriminan, nunca les comparan entre sí, les aman de verdad y eso es todo.
La mente dividida por las comparaciones, la mente esclava del dualismo, destruye el Amor.
La mente dividida por el batallar de los opuestos no es capaz de comprender lo nuevo, se petrifica, se congela.

La mente tiene muchas profundidades, regiones, terrenos subconscientes, recovecos, pero lo mejor es la Esencia, la Conciencia, y está en el centro.
Cuando el dualismo se acaba, cuando la mente se torna íntegra, serena, quieta, profunda, cuando ya no compara, entonces despierta la Esencia, la Conciencia, y ése debe ser el objetivo verdadero de la Educación Fundamental.
Distingamos entre objetivo y subjetivo. En lo objetivo hay consciencia despierta. En lo subjetivo hay consciencia dormida, subconsciencia.
Sólo la consciencia objetiva puede gozar el conocimiento objetivo.
La información intelectual que actualmente reciben los alumnos y alumnas de todas las escuelas, colegios y universidades es subjetiva ciento por ciento.
El conocimiento objetivo no puede ser adquirido sin consciencia objetiva.
Los alumnos y alumnas deben llegar primero a la autoconsciencia y después a la consciencia objetiva.
Sólo por el camino del Amor podemos llegar a la consciencia objetiva y el conocimiento objetivo.
Es necesario comprender el complejo problema de la mente si es que de verdad queremos recorrer el camino del Amor.

V.M. SAW / M.A.S.

LA FE Y EL HOMBRE INTERIOR

Maestros son los que nacen del corazón, más no preconcebidos en la mente. Es interesante que nazca de instante en instante, de momento en momento. Esos que sufren aquí y ahora. ¿Quieren saber algo sobre la Fe? Pues bien, lo que aquí sucede, es que las gentes confunden la creencia con la Fe, y esta equivocación es de tipo general, confunden siempre la gimnasia con la magnesia y es difícil poderle quitar a la gente esa tontería, creen que la Fe es la misma creencia.
La realidad de los hechos, para mi modo de ver y de entender estas cosas, es que ante todo, el que quiera llegar a tener Fe de verdad tiene que llegar a desdoblarse en dos: El hombre exterior y el hombre interior.
En tanto, por ejemplo no logre uno desdoblarse psicológicamente, pues sigue como hombre exterior. El hombre exterior ¿de dónde va a sacar la Fe? Hay que darle nacimiento en uno al hombre interior. El nuevo hombre debe nacer en uno. Ese hombre interior no es otra cosa sino el hombre psicológico.
El hombre interior está colocado en un nivel superior al hombre exterior. El hombre exterior en todo caso, no es el hombre interior. Es necesario nacer -dice Jesús- del Agua y del Espíritu. Y todos los evangelios del gran Kabir Jesús van a eso, el renacimiento del hombre interior. El quiere que surja el hombre interior en cada persona, eso es lo que desea el Gran Kabir.
Los mensajes de Jesús no van al hombre exterior que digamos, Jesús no venía pues, dispuesto a perder el tiempo miserablemente, dando enseñanzas exclusivamente para el hombre exterior. Las enseñanzas de Jesús tienen un solo objetivo, que es renacer del Agua y del Espíritu. Quiere que en nosotros nazca el hombre interior, que nos desdoblemos en dos.
Obviamente, el hombre interior nace dentro de nosotros en un nivel superior, en una octava superior. El hombre inferior, el hombre común y corriente, está colocado siempre en el nivel de tipo inferior, y eso es ostensible. Así que, Jesús no se preocupa mucho porque prosiga el hombre de nivel inferior; sino porque renazca en nosotros el hombre superior.
Quiere que nazcamos del Agua y del Espíritu. Quiere que lleguemos al nacimiento segundo; quiere el desdoblamiento del hombre.
Cuando uno se ha desdoblado en sí mismo, o se ha dividido en superior e inferior, entonces tiene una experiencia directa sobre lo Real.
El hombre exterior vive realmente en un mundo externo, únicamente puede saber sobre las cosas del mundo exterior: el hombre interior es distinto, vive en un mundo interior.
Así como hay una vida de tipo exterior completamente, hay también una vida de tipo interior. Es que el hombre que ha nacido del Agua y del Espíritu, es diferente. Cuando eso sucede, el mismo hombre exterior se somete a la voluntad del hombre interior y actúa en consonancia con las leyes del mundo interior: ya es un hombre diferente.
Es claro, para que renazca en nosotros el hombre interior, se necesita antes que todo, pues, reconocer nuestra propia nadidad y miseria. Es claro que las gentes comunes y corrientes están acostumbrados a vivir de acuerdo con las reglas de este mundo. Se sienten perfectísimas y llenas de grandes virtudes. Don fulano de tal y tal, Doña sutana, etc., más bien se quejan de que no se les reconocen sus méritos.
Si trabajan en una fábrica, pues, creen necesario que se les pague bien, que se les aumente el salario conforme los precios aumentan; nuevas puntadas en el aire aspiran siempre al ascenso. Simples soldados en el ejército, pues quieren llegar a ser cabos, quieren ser sargentos y quieren ir progresando poco a poco y allá en su interior, sueñan con llegar a ser generalísimo general de división.
¿Por qué? Porque se creen llenos de méritos; creen que todo se lo merecen. Si trabajan el algún sentido, si hacen algún esfuerzo, llaman su pago. Si no le pagan, pues protesta, "¿Sí, cómo? No es justo, yo he trabajado, he luchado, tengo tales y tales méritos, sin embargo a mí no me han sabido pagar, no me han sabido reconocer mis esfuerzos". Así es el hombre inferior.
Pero, para que nazca el hombre interior, tiene uno que volverse diferente; eso es lo difícil. Solo llegando a reconocer precisamente que uno no vale nada, a pesar de haber trabajado muy duro dentro de sí mismo, sobre su psicología ¡verdad! Compuesta de lo normal del hombre exterior.
Es bueno de verdad, llegar uno a comprender que los esfuerzos que uno ha hecho son nada. Tiene que llegar a entender que uno es un imbécil, en el sentido más completo de la palabra. Y esto que estoy diciendo, no son puras poses de comediantes y tampoco fingidas mansedumbres o actitudes pietistas, o mojigaterías de muy mal gusto.
¡No señores! Es verdad que cuando uno examina su propia existencia, cuando revisa su propia vida, llega a descubrir que uno es un idiota, que no vale nada. En cuanto crea uno que vale algo, no puede nacer en uno el hombre interior. Mientras uno crea que vale mucho, seguirá siendo lo que ha sido siempre, el hombre de la calle común y corriente, el señor que está detrás del mostrador de un almacén, el boticario que prepara recetas, o el vendedor de artículos de primera necesidad, pero jamás el hombre interior.
El hombre interior nace en uno como resultado de sus propias reflexiones. Si quieren que nazca el hombre interior en uno, tienen que darse el lujo de destruir realmente lo que uno es. Lo que es uno mismo: Un caso ahí de reacciones mecánicas absurdas, un saco de percepciones, de simpatías y antipatías mecánicas, de lujuria, etc., total, un cretino.
Si uno se da cuenta que eso es, nada más que eso, se quitan las ínfulas de vanidad y se dedica de verdad a lo que debe dedicarse, a la auto-destrucción del mí mismo. Algo que suena muy feo para las gentes que se quieren mucho a sí mismas. Nadie que tenga "yo" o amor propio, pueden gustarle estas palabras que estoy diciendo yo aquí.
Pues así es, cuando uno trabaja de verdad, sinceramente, está erradicando de su psiquis lo que debe erradicarse, su imbecibilidad, su idiotez, cretinismo, ínfulas de grandeza, su auto-importancia, etc.
A medida que los elementos que llevan en su interior mismo, se reduzcan a cenizas, la Esencia, la Conciencia se va liberando. Eso es ostensible, va resurgiendo en uno.
Esa Conciencia liberada es Fe, pero Fe de verdad, no creencia. Esas creencias no sirven para nada, hablo de Fe que es sapiencia.
Obviamente, que a medida que la Esencia se libera, aumenta la sapiencia. Cuando la totalidad del Ego es destruida, aniquilada, la Esencia, el hombre interior, queda completamente auto-consciente.
Ese hombre nacido del Agua y del Espíritu, es Fe verdadera. Es el hombre de Fe. No la fe de la creencia aquella del carbonero, ni la que le enseñaron a uno los dogmas de tal o cual religión, no me quiero referir a esta.
El hombre consciente desprovisto del Ego, indudablemente por experiencia directa, vivida, puede conocer los enigmas del Universo. Puede experimentar en forma vivida, los Misterios de la Vida y de la Muerte. Puede vivenciar eso que está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente. Eso que no es del tiempo, la Verdad. Así pues, en tanto no nos hallamos divididos en dos hombre, el exterior común y corriente, y el interior profundo, no seremos hombres de Fe, seremos hombres de creencia, pero no de Fe.
Tampoco exigirle a nuestros estudiantes un cien por cien de Fe, eso de la adquisición de la Fe, es algo graduativo. Si alguien ha liberado tan sólo un cinco por ciento de Esencia, pues tendrá un cinco por ciento de Fe y si un diez por ciento de Esencia lo que ha logrado liberar mediante la trituración y desintegración de algunos elementos psíquicos indeseables, pues tendrá un diez por ciento de Fe. El que ha disuelto un cincuenta por ciento del Ego, pues tendrá un cincuenta por ciento de Fe y el que ha logrado el cien por cien de la destrucción del Ego, en otros términos el que ha conseguido liberar el cien por cien de su Esencia, tiene un cien por cien de Fe. Es un hombre de Fe íntegra.
Pero al repetir esto de Fe, me temo mucho que crean que se trata de la fe del carbonero o de la creencia. Cuando digo Fe, me refiero a sapiencia, a conocimiento.
El hombre interior, tiene derecho a conocer por experiencia mística directa, la verdad. Tiene derecho a experimentar los Misterios de la Vida y de la Muerte. Tiene derecho a trabajar con los enigmas del Universo; pues entonces la Fe es conocimiento auténtico, no de creencia.
Quien llega de verdad a ser hombre de Fe, tiene que dar nacimiento en sí mismo al hombre interior, es decir, tiene que dividirse en dos: el hombre interior colocado naturalmente de una octava más elevada y el hombre inferior colocado en un bajo del mundo en que vivimos.
En cuanto continuemos viviendo como hombres de nivel inferior, en este mundo tridimensional de Euclides, no será posible tener Fe, ni tampoco será posible conocer en alguna forma los Misterios de la Vida y de la Muerte, lo Real.
Necesitamos dividirnos en dos, desdoblarnos. Cuando uno llega a reconocer que dentro de sí mismo, en las profundidades del hombre interior, hay una autoridad colocada en una octava aun más elevada, se somete a esa autoridad; entonces aumenta la Fe. Pero uno puede someterse a esa autoridad colocada dentro de uno mismo, colocada en una octava ascendente, o sea que uno se ha desdoblado en dos.
El hombre interno se somete a esa autoridad, y el externo a su vez, se somete al hombre interior, y todo queda sometido en general a una autoridad íntima, que no es otra cosa sino la de su propia particularidad, la de su propio Logos, la de su propia Mónada, hablando esta vez al estilo Leibniz, la de su Padre que está en secreto.
Mientras más obedezca uno esa autoridad, tanto en los Cielos como en la Tierra, es decir, tanto en el espacio psicológico, como aquí en el espacio tridimensional de Euclides, pues tanto más aumenta la Fe. Ante todo tiene que darse cuenta uno que no vale nada, y someterse a la autoridad interior profunda, no hablo de una autoridad exterior, claro, sino de la voluntad íntima.
Si uno se somete a esa autoridad íntima, la obedece, la Fe aumenta. Para someterse a esa autoridad, a esa voluntad interior profunda, tiene uno que reconocer su propia nadidad y miseria. Si uno cree que vale algo, no se somete, tampoco aumenta la Fe.
Para que la Fe se multiplique, necesita uno someterse a una autoridad superior profunda, a la Voluntad del Ser. A la Voluntad de su Mónada particular. La misma voluntad que tenemos, obviamente debe someterse a esa voluntad interior profunda que se ha formado debido al desdoblamiento humano. Entonces cuando uno se somete a esa voluntad interior profunda, pues entonces marcha bien, porque esa voluntad interior profunda a su vez se somete a la voluntad interior del Ser.
Cambia, se multiplica la Fe y actúa aquí en el mundo real, en consonancia con las leyes interiores y la voluntad del Ser. Ya es algo diferente, ya no es simplemente un robot. Pero las gentes comunes y corriente no son sino robots, están programados para tal o cual profesión, para tal o cual oficio, etc.
Así pues, que tener Fe es importante, pero nadie podría llegarla a tener, si no ha dado nacimiento al hombre interior, si no ha llegado a desdoblarse en dos, si no ha llegado a eliminar de su psiquis los elementos indeseables que lleva.
Pues solo así surge la llamarada de la Fe, que no es creencia, sino conocimiento y sapiencia. Distíngase que conocimiento y creencia son diferentes. Creo que ustedes me van entendiendo. ¿Qué más tienen para preguntar con respecto a la Fe o con respecto a la creencia?
P.- ¿Son elementos básicos el conocimiento de los cinco centros y la destrucción de los Egos, como mecanismo para adquirir la Fe y el desdoblamiento?
R.- ¡Mecanismo para adquirir la Fe! La Fe no se adquiere con mecanismos. La Fe se obtiene a base de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios. Ningún esfuerzo mecánico puede transformarnos. Solamente pueden transformarnos los esfuerzos conscientes. La Fe no se adquiere si no desintegramos el Ego y el Ego no se desintegra, repito, sino a base de padecimientos voluntarios y trabajos conscientes. Se aparta completamente de los mecanismos, nada tiene que ver con los mecanismos.

EL ALIMENTO DE LAS IMPRESIONES

Los alimentos que penetran a nuestro organismo, se dividen en tres categorías. Al primero, al primer tipo de alimento, lo podemos denominar "comida". Incuestionablemente, para los alimentos que entran por la boca y la boca en sí, hay un medio que permite transformar esos principios vitales. Me refiero al estómago. Si no fuera por el estómago, no sería posible la transformación de la primera clase de alimentos. Sin embargo, el alimento que entra por la boca no es el más importante. Bien sabemos cómo se transforman los alimentos mediante la digestión. No hay duda de que en última síntesis, los principios vitales quedan depositados en la sangre y ella los dirige a todos los órganos del cuerpo. Sin embargo, puede alguien permanecer algún tiempo sin comer. Mahatma Gandhi podía permanecer hasta cuarenta días sin comer, y aún más: llegó hasta dos y tres meses sin comer. No es pues, el alimento más importante.
La segunda clase de alimento es el Prana, que entra con el oxígeno dentro de nuestro Cuerpo Físico; es aquél que penetra por las puertas de la respiración, e incuestionablemente, existe un órgano, u órganos especiales para la transformación del alimento que entra por la nariz. Así pues el aire mediante los pulmones, se transforma -naturalmente- en oxígeno, y este oxígeno -en Prana- se deposita posteriormente en todo el torrente sanguíneo.
Es más importante la respiración que el alimento que entra por la boca y va al estómago, porque como ya dije podríamos durar hasta cerca de un mes sin comer, pero no podríamos durar mucho tiempo sin respirar.
Normalmente se puede durar sin respirar un minuto o dos, y algunos llegan hasta tres. Yo también pudiera llegar a permanecer sin respirar durante más de cuatro minutos -por entrenamiento-, pero incuestionablemente, más allá de este pequeño tiempo limitado, si no respiramos morimos. Es pues más importante entonces, en realidad de verdad, la respiración que la comida física.
Y por último existe una tercera clase de alimento, que de hecho es aún más importante. Me refiero, en forma enfática, a las impresiones. Incuestionablemente, no podríamos nosotros durar ni un segundo en la existencia, si no existieran las impresiones. No podemos vivir, ni un segundo, sin recibir impresiones.
Nuestro organismo se nutre, muy especialmente, con las impresiones. Si el aire no hiciera impresión en nuestros pulmones y en nuestra sangre, no viviríamos; si la comida no llegara a impresionar el estómago y vías intestinales, tampoco podríamos vivir.
Así que, las impresiones son fundamentales. Desgraciadamente, a diferencia de la respiración y del primer alimento que entra por la boca y va al estómago, no tenemos en este caso un órgano para "digerir" las impresiones y eso es lamentable. El aire cuenta con los pulmones, la comida cuenta con el estómago, pero las impresiones, ¿con qué órgano cuentan? Pasan a la mente y eso no lo podemos negar, pero no tenemos cómo poder digerir las impresiones, no hay un órgano para la digestión y transformación de las impresiones.
Todos los acontecimientos de la vida llegan a la mente en forma de impresiones, todos los eventos llegan al cerebro en forma de impresiones. La alegría, la tristeza, la esperanza, la desesperación, los problemas, las preocupaciones, etc., llegan a la mente en forma de impresiones. Cualquier circunstancia, cualquier acontecimiento por insignificante que sea, siempre llega a la mente en forma de impresiones.
Repito: desafortunadamente no contamos con un órgano capaz de digerir impresiones, motivo este más que suficiente como para que las mismas se conviertan en agregados psíquicos, esto es, en "yoes". Si no digerimos la mala impresión que recibimos por ejemplo de un insultador, entonces esa impresión se convierte, dentro de nosotros, en un "yo" de venganza. Si no digerimos la impresión que nos provoca una copa de vino, obviamente tal impresión se convierte en un "yo" de la embriaguez. Si no digerimos nosotros la impresión que nos provoca una persona del sexo opuesto, incuestionablemente tal impresión se convertiría, por lo mismo, en un "yo" de lujuria. Si no digerimos la impresión que llegue a la mente, relacionada con una fortuna, obviamente tal impresión puede convertirse en un "yo" de codicia.
Así que, no digerir las impresiones equivale a crear "yoes". Las impresiones no digeridas, repito, se convierten en nuevos "yoes".
Así que, no solamente tenemos los "yoes" que poseemos, esos que traemos de existencias anteriores, sino lo que es peor: estamos creando todos los días nuevos "yoes", y eso es lamentable.
Dejar de crear "yoes", es indispensable. Eso es posible únicamente, digiriendo las impresiones. ¿Y cómo digerirlas? ¿De qué manera, de qué modo? ¿Cómo transformarlas en algo diferente? ¿Sería posible eso? ¡Sí es posible! ¿Cómo? Mediante la Conciencia. Si interponemos entre las impresiones y la mente eso que se llama "Conciencia", las impresiones se digieren.
Las impresiones en sí mismas, son Hidrógeno 48, un Hidrógeno bastante pesado. Digeridas por medio de la Conciencia, se transforman en Hidrógeno 24, que sirve para nutrir al Cuerpo Astral. Ese Hidrógeno 24, a su vez, puede transformarse en Hidrógeno 12 para nutrir al Mental, y por último el Hidrógeno mental, digerido, se transforma en Hidrógeno 6, con el que se nutre el Causal.
Más vale pues, digerir nuestras impresiones con el propósito de transformar el Hidrógeno 48 en alimentos para los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser.
Normalmente, las impresiones hieren a la mente y la mente entonces reacciona contra el impacto proveniente del mundo exterior: si nos pegan, pegamos; si nos insultan, insultamos; si nos instan a beber, bebemos, etc.; siempre reacciona la mente contra los impactos provenientes del mundo exterior. Debemos evitar tal reacción, y eso sería posible exclusivamente, interponiendo la Conciencia entre la mente y las impresiones.
¿Habría alguna forma, alguna técnica, algunas prácticas que permitiesen utilizar la Conciencia para interponerla entre las impresiones y la mente? ¿Existe alguna clave que nos permita usar la Conciencia de esa manera, que sea la Conciencia quién reciba las impresiones y no la mente? Porque cuando la Conciencia recibe las impresiones, las digiere inevitablemente, las transforma en algo distinto; pero cuando no es la Conciencia quien recibe las impresiones, sino la mente, entonces sucede que la mente reacciona contra los impactos provenientes del mundo exterior, reacciona violentamente, en forma mecánica.
¿Cómo usar pues, la Conciencia? ¿Cómo utilizarla, de qué modo, a fin de que sea ella -y nada más que ella- la que reciba las impresiones y las transforme? Voy a decirles a ustedes la clave, muy sencilla: jamás olvidarnos de Sí Mismos, de nuestro propio Ser. Porque si uno se olvida de su propio Ser Interior en presencia de un insultador, termina insultando; si uno se olvida de Sí Mismo, de su propio Ser en presencia de una copa de vino, termina borracho; si uno se olvida de Sí Mismo, de su propio Ser en presencia de una persona del sexo opuesto, termina fornicando.
Cuando uno aprende a vivir en estado de alerta percepción, de alerta novedad; cuando uno se acuerda de Sí Mismo de instante en instante, de momento en momento; cuando uno jamás se olvida de Sí Mismo, indubitablemente se va tornando consciente. Si uno no se olvida de Sí Mismo en presencia de un insultador, si uno no se olvida de su propio Ser, entonces transforma esas impresiones perversas en Hidrógeno 24, que sirve para fortificar el Cuerpo Astral, y en Hidrógeno 12 para alimentar el Mental y en Hidrógeno 6 para alimentar el Causal; es decir, transforma las palabras del insultador en una fuerza diferente.
Si uno no se olvida de Sí Mismo en presencia de una copa de vino, transforma esa impresión -ese Hidrógeno 48- en Hidrógeno 24 y 12 y 6. Si uno no se olvida de Sí Mismo en presencia de una fuerte suma de dinero, transforma esa impresión en Hidrógeno 24, 12 y 6.
Así que, no olvidarse de Sí Mismos es la clave que nos permite manejar inteligentemente la Conciencia. Cuando uno no se olvida de sí mismo interpone, entre la mente y las impresiones, eso que se llama Conciencia.
Lo hermoso es que sea la Conciencia la que reciba las impresiones que vienen del mundo exterior, porque la Conciencia puede transformarlas en algo diferente: en elementos creadores, en elementos superlativos del Ser, en fuerzas diamantinas que sirven para el desarrollo de los Chacras, en múltiples fuerzas que sirven para el desarrollo de ciertos poderes que existen en nuestra constitución interna.
Es necesario, pues, saber que todos los "yoes" que actualmente tenemos, son el resultado de impresiones no digeridas, no transformadas, y esto es lamentable.
Desgraciadamente, las gentes no se recuerdan a Sí Mismas jamás; por eso es que las impresiones llegan a nuestra mente y permanecen así, completamente sin transformar, dando origen como es natural a los agregados psíquicos, a los "yoes". Es necesario disolver los "yoes", pero también es necesario no crear nuevos "yoes". Alguien podría darse el lujo de disolver todos los "yoes", pero si se olvida de Sí Mismo vuelve a crear nuevos "yoes", he ahí lo grave.
La recordación de Sí Mismos, es algo interesante. Cuando uno se recuerda a Sí Mismo, origina fuerzas diferentes a las de sus semejantes: fuerzas distintas, fuerzas que lo hacen a uno un sujeto completamente diferente a los demás. Interesante resulta saber, pues, que quienes crean tales fuerzas son distintos, que hasta sus potencias de vida son distintas. Si colocáramos dos sujetos en un lugar inhóspito, con mala alimentación, mal ambiente, etc.; el uno, que jamás se acuerda de Sí Mismo, que vive una vida mecanicista, y el otro, que siempre se acuerda de Sí Mismo de momento en momento, que siempre está acordándose de su propio Ser, que nunca olvida a su Ser Intimo, pueden ustedes estar absolutamente seguros que el primero moriría prontamente y que el segundo viviría a pesar del ambiente inhóspito, porque está rodeado de fuerzas distintas a los de los demás.
Todo el problema de la liberación se fundamenta en la transformación y la transformación tiene por basamento el sacrificio. Si observamos por ejemplo un huevo -sea el de una serpiente, o sea el de un pájaro-, vemos allí posibilidades latentes, susceptibles de desarrollo. Tales posibilidades se vuelven un hecho mediante la transformación. El fuego de las chimeneas, ese que nos calienta durante los días de invierno, es el resultado de la transformación. La digestión en nosotros, es todo un proceso de transformación mediante el cual es posible existir. La transformación del aire dentro de los pulmones, es otro proceso de transformación, y si queremos transformarnos psicológicamente, necesitamos transformar también las impresiones, es decir, transformar la tercera clase de alimentos.
Repito: todos los acontecimientos de la vida -que llegan a la mente-, vienen en forma de impresiones. Estoy hablándoles a ustedes, reunidos aquí en este salón, en este Lumisial, ¿y qué es lo que está llegando a la mente de ustedes? La impresión, una serie de impresiones: ven a un hombre y lo escuchan. Esas impresiones les están llegando a la mente, y en instantes en que les estoy hablando, ¿están seguros de que están digiriendo esta impresión, esta impresión de ver a un hombre que les está hablando, que les está dando Enseñanzas Esotéricas? ¿Ya están ustedes en proceso de digestión de lo que están recibiendo, o no? Si ustedes no están en el proceso de digestión o de transformación de esta impresión, la de ver frente a ustedes a Samael Aun Weor, hablándoles, están perdiendo el tiempo lamentablemente. ¿Por qué? Porque no están digiriendo las impresiones, porque no las están transformando. Si no se digiere, no se transforma. En la ciencia de las transformaciones, existe la digestión de las impresiones.
¿Cómo hacen ustedes para digerir esta impresión? Me ven ustedes aquí, dando una cátedra, y no deben olvidarse de su propio Ser, que sea el Ser quien reciba las impresiones, pasar toda la enseñanza al Ser, escuchar con el anhelo de llegar al Ser.
Si digieren las impresiones, comprenderán mejor la enseñanza. Si no proceden así, están perdiendo el tiempo y la cátedra esta resultaría totalmente inútil. De manera que debemos empezar con hechos, porque aquél que escucha la palabra y no la hace, es semejante al hombre que se mira en un espejo y luego da la espalda y se retira. No basta pues, escuchar la palabra; hay que "di-ge-rir-la" y eso es precisamente lo fundamental.
¡Vean ustedes cuán importante es ese evento que se llama "impresiones"! No podemos vivir ni un segundo sin las impresiones, ni una milésima de segundo.
Así pues, vale la pena transformarlas en algo distinto: en poderes, en luz, en fuego, en armonía, en belleza. Mas, si no las transformamos -repito, aunque me haga cansón con la repetición-, se convierten sencillamente en nuevos agregados psíquicos, en nuevos "yoes".
Es necesario que seamos más reflexivos. ¿Qué somos nosotros, en realidad, de verdad? Así como nos encontramos, sin digerir impresiones, creando nuevos "yoes" de segundo en segundo, de instante en instante, no somos más que simples máquinas controladas por los agregados psíquicos.
Vivimos en un mundo de gran actividad, donde todos creen que hacen y nadie hace nada: todos nos su-ce-de, como cuando llueve, como cuando truena. ¿Por qué? Sencillamente porque no tenemos encarnado el Ser. Sólo el Ser puede hacer; él hace y el verdadero Hombre es el Ser; pero si la máquina actúa, actúa algo que no es el Ser: está actuando un robot programado con una computadora maravillosa que se llama "cerebro", está actuando mecánicamente. Entonces no está haciendo, está actuando -una cosa es hacer y otra es actuar-. Cualquier máquina actúa, se mueve, anda, cumple sus funciones, porque es máquina y está programada para cumplir sus funciones, pero hacer es algo distinto: sólo el Hombre puede hacer y el Hombre verdadero es el Ser. Distíngase entre el Hombre verdadero, que es el Ser, y la máquina, la máquina no es el Ser.
Repito: el animal intelectual es un robot programado y su cerebro es una computadora maravillosa, una computadora que se sostiene a sí misma, una computadora que matemáticamente calcula, con exactitud precisa; una computadora que registra las ondas visuales y las ondas sonoras, que registra lo exterior y lo interior, que se abastece a sí misma. Es una computadora "de primera", maravillosa, pero es eso y nada más que eso: una computadora.
Después de esa computadora viene el organismo físico y la computadora lo utiliza para ir y venir, etc. Tal computadora está en manos del Ego, no del Ser, y el Ego es el resultado de muchas impresiones no digeridas. Entonces lo que actúa aquí, en este mundo doloroso en que vivimos, es una máquina provista de una gran computadora. Aquí no está actuando el Ser, sino la máquina. Podemos decir que la máquina es humana y el Ser es el Ser.
Pero, ¿qué es, en realidad de verdad, eso que llamamos "vida"? Ciertamente, es como una película. Sí, y cuando llega la hora de la muerte, regresamos al punto de partida de esa película y nos la llevamos para la eternidad. Al retornar, al regresar con este Ego, uno lo hace con su película. Al reestructurarse con un nuevo organismo, uno proyecta nuevamente su película en la pantalla de la existencia. ¿Y qué proyecta? Su vida. ¿Cuál? La de siempre, la misma que tuvo en la existencia anterior; es decir, repite lo mismo que hizo en la pasada existencia y en las pasadas existencias. Todo eso que uno proyecta, de hecho está programado -desde el nacimiento- en el cerebro.
De manera que somos robots programados. El Ser no interviene para nada en toda esa tragedia, él no se mete en esos asuntos. El Ser de cada uno de nosotros se mueve libremente en la Vía Láctea.
Existen y viven aquí, en este "valle" doloroso de la vida, un montón de sombras, provistas de organismos físicos. ¿Y qué hacen esos organismos? ¡Nada! Se mueven mecánicamente, de acuerdo con el programa que ha sido depositado en el cerebro; no digo solamente en el cerebro físico, sino en los tres cerebros: en el intelectual, en el emocional y en el motor. Y el Ser, ¿qué hace mientras nosotros estamos aquí sufriendo, pasando trabajos, llorando, pasando trabajo para conseguir con qué pagar la renta, con qué comprar un traje, etc.? El vive dichoso en la Vía Láctea, se mueve libremente en la Vía Láctea. Entonces, ¿qué es esta dolorosa existencia que nosotros llevamos? ¡Pura ilusión, algo vano! Con justa razón dicen los hindúes que este mundo es sólo Maya, que este mundo es ilusorio, que no tiene ningún valor.
Necesitamos, repito, tener existencia real, porque todavía no la tenemos. ¿Alguno de ustedes se preciaría de tener existencia real? ¿Cuál de ustedes tiene existencia real? No me digan que verdaderamente la tienen. Yo no veo aquí sino máquinas que se mueven, máquinas programadas, robots programados, nada más. Claro, siempre necesitamos dejar de ser robots, y podemos dejar de serlo. Pero para dejar de serlo, necesitamos eliminar todos los agregados psíquicos, eso es obvio.
Así que, ustedes ya saben que tenemos que eliminar los agregados psíquicos, mas saber esto no es todo. Necesitamos dejar de crear nuevos agregados y diariamente los estamos creando, al no digerir las impresiones. Necesitamos digerir las impresiones, transformarlas en fuerzas distintas para no crear nuevos "yoes", y necesitamos digerir las viejas impresiones, las que dieron origen a los "yoes" que actualmente tenemos. Eso es posible a través de la reflexión, de la auto-reflexión, y de la eliminación. Cuando uno digiere las viejas impresiones que están depositadas en los cinco cilindros de la máquina -en forma de hábitos, emociones inferiores, pensamientos negativos, instintos depravados, abusos sexuales, etc.-, entonces desintegra esos elementos inhumanos, lo cual es obvio.
Así que, no solamente hay que digerir las nuevas impresiones que llegan a la mente, sino también las viejas impresiones. Y se digiere -repito y aclaro- auto-observándonos de instante en instante, de momento en momento.
Necesitamos ejemplos y los voy a poner. Supongamos que de pronto, estamos celosos. Un hombre descubrió que su mujer tiene otro hombre, y claro, el "yo" de los celos saltó ahí. ¿Qué hacer? Descubierto, hay que comprenderlo, eso es obvio. La Ley de Recurrencia dice que en una pasada existencia, el mismo triángulo existió. Así pues, esos celos que se sienten se deben a una impresión no digerida, no transformada. Si luego uno trata de digerir aquélla impresión, dijéramos, de transformarla en algo diferente; si uno por medio de la reflexión llega a la conclusión de que los celos son absurdos, de que no tienen sentido real, entonces hace la digestión de esa mala impresión que viene desde los antiguos tiempos. Cuando uno hace esa digestión, pues está en las mejores posibilidades para la desintegración del Ego. Solo faltaría la súplica, la súplica a Devi Kundalini Shakty para que sea élla la que desintegre ese Ego -resultado de una impresión no digerida-, y al fin ese Ego de los celos se vuelve polvo.
Supongamos que nos peleamos con otra persona, porque no nos quiere devolver un dinero que nos hace falta, incuestionablemente se trata de una impresión no digerida. Si en el momento en que fuimos a cobrar el dinero no nos lo quiso pagar el deudor y sentimos una gran contrariedad y el deseo de pelear con ese caballero, entonces debemos ser lo suficientemente comprensivos para al llegar a casa meditar, y así, estando en paz, por medio de análisis reflexivos hacer la digestión de esa mala impresión. No hay duda de que la Ley de Recurrencia ha trabajado ahí, se dio el mismo caso: le prestamos a ese mismo señor determinada cantidad de dinero y no nos lo regresó. Y en la antepasada se dio el mismo caso y en la trasantepasada lo mismo, y siempre ha sucedido lo mismo, y debido a eso fabricamos un "yo" de odio contra ese caballero. Ahora habrá necesidad de digerir completamente esa mala impresión -que viene de un remoto pasado y que se ha convertido en un "yo"-, digerirla a través de la reflexión, comprendiendo que esto del dinero es vano, ilusorio, y que a la hora de la muerte no nos llevamos ni un centavo para la eternidad. Cuando ya nos hemos hecho conscientes de eso, entonces suplicamos a Devi Kundalini Shakty que desintegre ese Ego -que no es más que el resultado de una serie de impresiones no digeridas-, y es claro que la Madre Divina lo volverá polvo y quedaremos libres de esa mala impresión.
Todos nuestros "yoes" no son sino el resultado de impresiones no transformadas, no digeridas. Desintegradas tales impresiones no digeridas, las fuerzas aquéllas de las impresiones se transforman en algo distinto: en Hidrógeno 24, 12 y 6, y queda uno limpio.
Así que las impresiones pasadas y presentes deben ser transformadas en fuerzas cósmicas y esto es posible no olvidándonos de Nosotros Mismos, no olvidándonos de nuestro propio Ser. Cuando uno no se olvida de Sí Mismo, cuando uno vive en estado de alerta percepción, de alerta novedad, entonces transforma esas impresiones en algo distinto.
Si alguien consigue transformar la totalidad de sus impresiones, será un verdadero Bienaventurado, porque el Ser quedará en él y él en el Ser, y entonces tendrá existencia real; entonces sí podrá hacer, porque tendrá al Ser encarnado.
Así como estamos, no somos sino robots programados. Esas impresiones sin digerir quedaron depositadas en nuestros tres cerebros y se repiten aquéllas impresiones de instante en instante, de momento en momento y durante toda la vida. Esa es la mecánica de la Ley de Recurrencia: una repetición de viejas impresiones. ¿Creen ustedes que eso es agradable: ser máquinas, hacer el papel de robots, no tener al Ser encarnado, vivir así como sombras, en este "valle de lágrimas"? ¿Creen ustedes que vale la pena tener una existencia así? ¿Y qué somos? ¡Sombras miserables, robots programados, programados por las viejas impresiones del pasado! Todas las impresiones de nuestras pasadas existencias que quedaron sin digerir, han sido depositadas en nuestros tres cerebros y ahora se repiten mecánicamente. De manera que parecemos verdaderos robots, somos robots, moviéndonos mecánicamente en este "valle de lágrimas".
¿Hasta cuándo van a querer ustedes vivir convertidos en robots? ¿Hasta qué año, hasta qué fecha? Reflexionen en esto, mis queridos hermanos, porque verdaderamente es una lástima ser robot.














La Encarnación del Ser_Ser de LUz

LA PRESENCIA MELVIN

Mas allá de lo meramente físico...    M.A.S .                                                              Sab....