Las personas que deciden entregar su alma a Cristo, deben de ser muy cuidadosos de la manera en que se conducen y se dirigen a su prójimo. Deben ser ejemplos de vida y de conducta.
El cristiano, no es que pretenda igualar a Cristo, pero sí debe parecerse a él. Debe predicar con el ejemplo.
Debe tratar de ganar adeptos para la causa y ministerio del Padre Dios. Nunca ser un ente disociador que haga desdecir del cristianismo a los incautos e ignorantes que se dejan influenciar por la mala conducta o formas incorrectas de algunos feligreses.
Tiene que ser solidario y compasivo, manso y humilde de corazón, cómo su gran maestro les mandó a ser.
Tiene que ser un ente motivador y conciliador.
En lo que sea posible, debe tratar de contribuir en la búsqueda de respuestas y soluciones en los problemas y necesidades de su entorno.
Debe hablar con moderación, consideración y respeto a sus semejantes.
Debe desechar y rechazar la ira y la discordia.
Si no puede ser parte de la solución, nunca ser parte del problema.
Si con su intervención no puede contribuir de manera armónica y pacífica a la solución de un problema o situación, mejor quedarse callado.
Debe tener mucho cuidado con lo que dice y en la forma que lo dice, porque cómo explica el pasaje bíblico, “por tus palabras serás condenado y por ellas serás justificado, según sean éstas.
Muchas veces resulta ser, que no es lo que se dices lo que hace daño y te condena, sino en la manera en que lo expresas.
Cristianismo, no es sólo andar con una Biblia debajo del brazo, bendiciendo a las personas e ir a un templo a hincarse y orar.
No es vivir a Dios rogando, y con el mazo dando. No.
Cristianismo, es entrega, es compasión, es armonía, sosiego, es buena voluntad, es fraternidad, es comprensión, es empatía, es equilibrio, es respeto, es perdón, es búsqueda de soluciones en unión de voluntades, es calma, es paciencia, es una filosofía y un ejemplo de vida.
El seguidor de cristo, el hombre y mujer de bien, debe rechazar la envidia, la crítica, la inquina, el resentimiento o mal querencia, la ira, el irrespeto, la falta de amor al prójimo, la insensatez, la soberbia, la intolerancia, la mala voluntad, etc.
Acuérdate, que Dios no puede ser burlado y que con la vara que midas, serás medido.
Soy un creyente, no afiliado a ninguna religión.
Ni la religión, ni su pastor te salvan. Sólo te indican el camino según sus dogmas, preceptos y creencias.
La salvación es personal e individual. No con obras, vanagloriándote de ellas, ni con palabras, que deshaces con tus malos actos.
Es una combinación de ambos en su forma limpia y pura, ligadas con la fe y la generosa gracia de Dios.
¡Procura ser digno de la gracia!
Tu amigo de ayer, de hoy y de siempre:
Melvin Sánchez.